“Un
soldado recibe una brutal paliza en Arika. El herido era un varón de
treinta y cinco años de edad que formaba parte del ejercito de
tierra de Támes el cual se encontraba retirando todos los
suministros de la fraudulenta vacuna contra el Evo en un hospital
cuando según su versión de los hechos fue atacado por un sujeto aún
no identificado contagiado por el virus Evo que le propició una
bestial paliza momentos antes de que fuera reducido por el ejercito
mediante descargas eléctricas. El soldado fue repatriado
inmediatamente en un helicóptero en el cual se le prestó ayuda
médica hasta llegar a un hospital. Aun se desconocen las causas del
ataque, no se descarta la posibilidad de que el virus haya
mutado”. Guillermo, Daniel y yo nos encontrábamos en el
comedor de la base militar Veretta en Arika cuando oímos estas
noticias junto al resto de nuestros compañeros, durante unos
segundos la totalidad de la sala se llenó de un silencio sepulcral
en el que estábamos tan sumamente impactados por la noticia que
ninguno de nosotros era capaz de gesticular palabra alguna. Un fuerte
murmullo rompió el silencio y el pánico pareció haberse apoderado
de todos nosotros cuando el coronel Allen se puso en pie y gritó:
-¡Silencio, no debemos alarmarnos aun no sabemos si es por culpa de
la vacuna, nuestro deber es velar por la seguridad de las personas
para eso estamos aquí, si alguien quiere volverse a su casa que se
vaya ahora mismo!- -Exclamó Allen- Tras estas palabras el silencio volvió a inundar
la sala. Al acabar de comer Daniel nos presentó al coronel Allen.
-¿Cree usted que esto ha sido la vacuna? -Le pregunté- No estoy
seguro, en cualquier caso ese no es nuestro trabajo, ahora deja las
preguntas y haz tu tarea. -Me contestó Allen-. Nos habían destinado
a sustraer y eliminar todos los restos de las vacunas que quedasen en
los hospitales, a Guillermo y a mi nos asignaron en el ejercito de
tierra mientras que a Daniel le encomendaron la misión de
suministrar víveres y cubrirnos por si se producía algún
altercado. Varios días mas tarde me encontraba en la habitación
descansando después de un largo día de trabajo cuando sonó mi
teléfono móvil: -Tengo algo que puede hacer que todo este
sufrimiento llegué a su fin, pero quiero algo a cambio, algo que
solo tú puedes ofrecerme.- -¿Quién eres, como has conseguido mi
número? -Pregunté- -No hagas preguntas, haz lo que te digo si
quieres que todo vuelva a la normalidad, volveré a llamarte mas
adelante y te daré indicaciones de lo que tienes que hacer, no le
digas nada de esto a nadie, ni siquiera Guillermo y Daniel. -¿Cómo
sabes sus nombres? Si esto es algún tipo de broma no tiene gracia
dime quién eres -Contesté- ¿Recuerdas los hombres de los que Nolan
te hablo? -Pero, ¿cómo sabes eso? (…) ¿hola, sigues ahí? Ese
hombre o quien fuera el que me llamó había colgado, no sabia nada
de él, ¿Quién era y que quería de mí? No le conté nada de esto
a nadie y los siguientes días esperaba preocupado que me volviese a
llamar aquel tipo.
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